Juntos hasta la muerte.
“Se
permite a las mujeres de los reclutas, llamadas rabonas, seguir a los
regimientos en que sirven sus maridos. No reciben ración sino que se
alimentan con parte de la que toca a sus cónyuges. Estas fieles y
sufridas criaturas siguen a los ejércitos en sus largas y fatigosas
marchas, llevando las mochilas y utensilios de cocina, carga que a veces
agrava el peso de un niño de pecho. No bien se hace
alto, la rabona se afana en preparar el alimento de su marido, que por
lo común, tiene ya dispuesto al romperse las filas. En el combate se le
ve atendiendo a los heridos, satisfaciendo sus necesidades y mitigando
el sufrimiento de la sed intensa. El agua es escasísimo y precioso
elemento en los arenales del Perú, más la rabona casi siempre se ingenia
para tener con que humedecer los labios del herido. Otras veces, puede
vérsela buscando el yacente cadáver de su amado e imprimiendo en sus
labios el último beso, indiferente a las balas que silban en su
derredor”
(Clements R. Markham en su obra "La guerra entre el Perú y Chile". )
(Clements R. Markham en su obra "La guerra entre el Perú y Chile". )
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